Las
particularidades de género
Psíquicamente hablando, el hombre y la mujer no se reconocen como tales;
únicamente las diferencias físicas entre hombre y mujer y los factores
culturales que envuelven a uno y otro y les dan un comportamiento predeterminado
que deben seguir, logran que el hombre y la mujer se sientan como tales. Pero
nuestra psique no reconoce, por alguna capacidad particular, que deba
comportase de una u otra manera. Ella es, por el contrario, perfectamente
maleable a nuestros gustos o afectada por una obligación exterior. Se podría
entonces decir que a nivel psíquico somos potencialmente bisexuales; que
tomemos el camino hacia una identidad heterosexual u homosexual es cuestión que
se nos impone, en gran medida, desde fuera.
Ya hemos visto la delgada línea que separa lo masculino de lo femenino,
la naturaleza no nos ha condicionado mentalmente para ser los uno o lo otro.
Tampoco podemos decir que lo eligiésemos en una temprana conciencia de nuestra
sexualidad; para nada, ha sido más bien el resultado de una presión exterior.
Tampoco se trata de una cuestión de gustos; el gusto también es un factor
cultural y no natural.
El mejor comienzo para vencer los prejuicios y lograr una sociedad más
incluyente, es exigirnos un esfuerzo mental suficiente que comprenda la
relatividad de todo lo que existe a nivel cultural, de entender que las cosas
tal y como están ahora no son el mandato incorregible de un ser divino y que
todo lo que fue posible en el pasado puede serlo también hoy, pero sobre todo,
aceptar y alegrarnos por el hecho de que aún quedan muchas formas de vida,
valores y virtudes por inventar.
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