La psicología de las masas

La masa, en su conjunto, se comporta como un ser predominantemente instintivo: la masa no razona, responde de forma impulsiva; responde a consignas sencillas que no necesitan mayor elaboración consciente; rechaza los discursos complejos que exigen atención; es sumamente temeraria; desafía el orden establecido y pierdo la capacidad de auto-regularse o de controlarse.
Es de particular importancia la capacidad de la masa para desconocer la autoridad, desafiarla y derrocarla.
La masa por su parte, al suprimir esa instancia consciente propia del individuo aislado, pasa por encima de la legitimidad que otorga el tiempo pasado: de nada le sirvió al rey francés Luis XVI ser el representante del dios cristiano en la tierra, la masa no podía tener en cuenta este hecho en el momento en que lo llevaron a la guillotina durante la Revolución Francesa.
Esta imposibilidad de la masa para venerar lo antiguo, la convierte en el actor más revolucionario que existe; una masa de obreros descontenta y cuyas fuerzas se han desencadenado puede demoler un orden burgués por más que éste se encuentre fuertemente arraigado en el imaginario social; es decir, por más legitimo que la gente crea que sea su existencia.
La masa es sumamente voluble. Pero no sólo lo es en sus reacciones, sino al momento de tomar forma; la masa es tan voluble como maleable. En las manos del político adecuado la masa puede destruir una ciudad o por el contrario guardar absoluto silencio y obediencia.


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